Hay que olvidarse. Olvidarse de que El sastrecillo valiente de Tibor Harsányi basado en el popular cuento de los hermanos Grimm forma parte del programa pedagógico del Teatro Real. Hay que olvidarse también de los horarios a los que en este caso se va a la ópera, poco habituales para su público. Y, por último, hay que olvidarse de ese objetivo a largo plazo que se ha propuesto este, como otros muchos teatros de ópera del mundo, de crear público futuro a base de meter niños, con sus padres o con sus maestros, en los cosos operísticos. Padres y profesores preocupados por cultivar a sus hijos y a sus alumnos en el hábito de la música y el teatro de calidad. En cierta medida luchando, como davides contra goliats, con la música de fondo y los contenidos de las películas, series y videojuegos para niños que maleducan y divierten, tal y como están hechos en la actualidad, su percepción estética y, lo que es más importante, su desarrollo intelectual, ético y moral. Por cierto, nada distinto de lo que otras películas, programas, series y videojuegos están haciendo con sus padres a los que estos se entregan con furor con la excusa de que qué van a hacer sino ver la tele después de un estresante día de trabajo, si lo tienen, o doparse con ella ante la cruda realidad del desempleo.
Por tanto, el olvido es necesario para no ponerse lírico y alabar el esfuerzo sin mirada crítica. Pues Títeres Etcétera, la compañía granadina responsable de este espectáculo, ya han demostrado con creces varias cosas. A saber, su buen oído musical y su conocimiento del medio teatral, tanto de pequeño como de gran formato. Cualidades que hace que cualquier teatro en España los quiera programar y más los teatros o festivales musicales, deseosos de que los niños se acerquen a ellos. Y en vez de fast food, ofrecerles platos gourmet o food for though, pues esas pequeñas cabecitas, y las grandes que las acompañan, también piensan. Así que no es de extrañar que Rita Consentino, la responsable del programa pedagógico del Teatro Real, embarcara al teatro en esta producción. Y que la compañía le propusiese esta obra de uno de los compositores ya olvidados, pero que los estudiosos siguen teniendo en consideración por el trabajo que realizó con los ritmos e intereses musicales de finales del XIX y primera mitad del XX. Tiempos en los que se desarrolló una gran parte del repertorio actual que se escucha en los teatros de ópera.
Empecemos, pues, con el cuento de este pequeño sastre que pasó de matar a siete moscas a luchar con un jabalí, dos gigantes y un unicornio que amenazaban el reino. Un cuento que nos cuentan dos actrices que hacen de sastras del teatro y una pequeña orquesta surgida del taller, en el que los operarios y aprendices saben tocar un instrumento. Incluso alguno es capaz de dirigir una orquesta con una aguja de hacer punto, encarnado por el director orquesta Tim Anderson. Y a partir de ahí, la desbordante imaginación de Etcétera, construye un sastrecillo, un rey, una reina, una princesa, un jabalí, dos gigantes (uno de los mejores hallazgos escénicos de la obra), un unicornio y todo un pueblo sobre la mesa en la que se cosen, se arreglan y se planchan los trajes que se usan en el teatro. Delante del público. Como si fuera sencillo, fácil, imaginar lo que nos están mostrando cómo lo están mostrando. De tal manera que, si no fuera porque alguna vez que otra la pequeña y estupenda orquesta (en la que suena bien hasta la percusión, punto flaco habitual de la formación titular de este teatro) opaca la voz microfonada de las actrices que cuentan el cuento, dos sastras interpretadas por Noche Diéguez y Yanisbel Victoria Martínez, el espectáculo musical, que no se olvide, sería técnicamente perfecto.
Tal vez se eche de menos una pizca más del corazón y del alma que Etcétera suele poner habitualmente en sus espectáculos y que seguramente irá adquiriendo a medida forme parte de su repertorio. Algo que no notan los pequeños espectadores que junto a sus padres han llegado pertrechados de ropa de abrigo esta fría mañana de estreno y salen con las pilas puestas, deseando seguir disfrutando con todo el attrezzo de otras producciones que el teatro ha sacado a la venta y expone en el lobby, los pasillos y las escaleras. Una vitalidad recibida por el personal de sala con sonrisas y caras llenas de contento de haber abierto las puertas y haber casi llenado la sala grande del teatro. Pues ven como los mayores van dando el testigo y los pequeños empiezan a tomarlo con normalidad. Igualando el ir a la ópera a jugar en el patio, a darle patadas a un balón o vestir princesas, jugar en la tablet y hasta, tan normal y cotidiano, como hacer los deberes, comer, dormir y soñar. Niños y niñas convertidos en pequeños sastrecillos y sastrecillas valientes que han descubierto, gracias a esta obra musical, que el ser pequeños no les hace menos fuertes, ya que la fuerza reside en la inteligencia y en la sensibilidad. Y esa es la fuerza de este montaje y de la pequeña gran compañía de Enrique Lanz que lo sube a escena.
Referencias
- Web de El sastrecillo saliente – Teatro Real (en español e inglés)
- Guía pedagógica para la obra El sastrecillo valiente del Teatro Real (en español)
- Reportaje de TVE sobre El sastrecillo valiente en el Teatro Real (en español)
- Web de la compañía Títeres Etcétera (en español e inglés)
- El sastrecillo valiente en YouTube (1ª parte) (en holandés)
- El sastrecillo valiente en YouTube (2ª parte) (en holandés)
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