La tan traida y llevada globalización tiene consecuencias, sobre todo en las relaciones mercado e internet. Una de las más importantes es la contradicción entre unas políticas de derechos de autor, promovidas desde los mismos gobernantes, en las que –por un lado- se aboga por la gratuidad de los recursos y se fomenta el uso de la licencia libre (como es el caso de la educación) –y por otro- se prohíbe indiscriminadamente la puesta a disposición de los usuarios de obras para su descarga gratuita, sin tener en cuenta quién lo descarga o el uso que va a darle, aunque no haya más remedio que articular excepciones legales que sí contemplen determinados casos. Es evidente que el problema es extremadamente complejo. Una cosa es abrir las puertas legales a la descarga de archivos por internet –con las consecuencias muy negativas que conllevaría para los autores y la industria cultural- y otra muy diferente es la prohibición taxativa que estamos viviendo. Encontrar un punto medio, en el que el usuario pueda acceder de forma razonable a la información, a la vez que los derechos de autor queden debidamente protegidos, sigue siendo una asignatura pendiente en nuestra conformación de las reglas del juego sociales. Y la cultura es una de las primeras en resentirse de esta indefinición y de –no nos engañemos- la injusticia de los poderes que hacen oídos sordos a propuestas razonables como Creative Commons en pro de los mandamientos del mercado y de la voracidad sin límite de las grandes multinacionales, que ven peligrar sus lucrativos negocios.
Sin embargo, hay espacios donde existe luz y taquígrafos, y la problemática disminuye considerablemente, como en el caso que nos proponemos analizar: las partituras que pertenecen al dominio público.
Comenzaremos por una de las iniciativas más ambiciosas, el Proyecto Biblioteca Internacional de Partituras Musicales (IMSLP) – Biblioteca Musical Ottaviano Petrucci. Se trata en este caso de un proyecto colaborativo privado, en forma de wiki, promovido por una compañía norteamericana creada para la ocasión (Project Petrucci LLC). La biblioteca toma el nombre del famoso editor italiano Ottaviano Petrucci de Fossombrone (1466-1539), pionero en la publicación de partituras, que en 1501 editó la primera obra con tipos móbiles y empleando el procedimiento de impresión de doble o triple tirada: Harmonice Musices Odhecaton, una colección de 96 canciones francesas (y que después publicará a grandes maestros del renacimiento, como Josquin dez Prez o Antoine Busnois). Esta ambiciosa iniciativa se constituye como un proyecto en el que el usuario puede contribuir –a partir de unas normas específicas- al aumento y mantenimiento de los fondos de la biblioteca, tanto aportando ediciones de dominio público como contribuciones críticas y análisis. La biblioteca posee actualmente más de 37.000 títulos, lo que sin duda representa todo un logro, teniendo en cuenta su “juventud” como iniciativa. En efecto, el proyecto nace modestamente en 2006 por iniciativa de Edward Guo, un estudiante canadiense que decide utilizar la tecnología wiki para la publicación de una web de descarga de partituras en formato PDF. En pocos meses la biblioteca tenía más de 1.000 partituras, cuyos derechos ya podían considerarse de dominio público en Canadá. En algo menos de dos años –actuando sin ningún tipo de financiación o apoyo institucional- el proyecto generaba más de un millón de visitas diarias, disponía de unas 15.000 partituras de más de 1.000 autores, e incrementaba su fondo en unas 2.000 obras mensuales. En este mes de septiembre de 2009 la biblioteca posee -como hemos indicado- alrededor de 37.000 partituras y el sitio web está traducido (parcial o totalmente) a 11 idiomas.
Sin embargo, el camino no fue sencillo. Poco después de su creación, en octubre de 2006, el IMSLP desapareció repentinamente de internet. Universal Edition habia contratado un bufete de abogados en Canadá con el fin de impedir que usuarios europeos pudieran subir o descargar los archivos cuyos derechos todavía no eran de dominio público. El problema derivaba de las diferencias entre las leyes europeas y canadienses; en las primeras se considera “dominio público” cuando han pasado 70 años del fallecimiento del autor, mientras que en Canadá esta cifra es de 50 años. Este hecho, a pesar de los convenios internacionales referidos a la propiedad intelectual (el más importante es el Tratado de Berna), suponía –como señaló en su día el experto de la Universidad de Ottawa Michael Geist en su artículo en BBC News Music copyright in the spotlight- un caso de suma importancia desde la perspectiva de la consideración de dominio público. El emprendedor Edward Guo, cuyas posibilidades de defensa legal eran las que eran, las de un estudiante, se vió totalmente superado por la maquinaria jurídica de la gigante Universal Edition y tuvo que cerrar su sitio web. Sin embargo, la importancia del caso hizo que se convirtiese en emblema de lucha y que personas y colectivos del activismo por los contenidos libres le ayudasen en la demanda. Así, el 30 de junio de 2008 la Biblioteca Ottaviano Petrucci estaba otra vez en línea, sin tener que quitar una sóla partitura de sus fondos. Guo calificó de “bestia muy difícil” a los derechos de autor, y con razón. El resultado, después de tanto negro sobre blanco judicial, es un portal wiki colaborativo, que marca un antes y un después en el panorama de la música de acceso libre a través de internet.
Por otra parte hay que señalar que la Biblioteca Internacional de Partituras Musicales (IMSLP) no es en absoluto el único proyecto de este tipo en la red. Anteriores a éste podemos encontrar otros emblemáticos también: el catálogo Bach-Gesellschaft Ausgabe (la obra completa de Johann Sebastian Bach), el Proyecto Gutenberg (iniciativa similar a la IMSLP, desarrollada por Michael Hart en 1971 con la finalidad de poner a disposición del usuario libros electrónicos gratuitos que ya existen físicamente), o el MIT Archive (las colecciones bibliográficas del Michigan Institute of Technology). Pero quizá el que más se aproxima al proyecto del canadiense Edward Guo sea el Mutopia Project. Con más de 1.600 partituras on-line, también listas para su distribución gratuita, Mutopia es un proyecto colaborativo quizá con mayor solera que la Biblioteca Ottaviano Petrucci, pero que ha quedado en cierta medida superado por este último. Gracias a un equipo de voluntarios y utilizando el software LilyPond, este archivo ha reunido sus fondos bibliográficos también gracias a la colaboración de los usuarios y a una política estricta de revisión y de control legal sobre las obras. Los archivos pueden ser descargados en varios formatos (dependiendo de cada registro), como LilyPond, MIDI, PDF o Postscript.
Otro caso que no podemos dejar sin mencionar, en nuestro breve recorrido por los archivos de partituras de descarga gratuita, es la Choral Public Domain Library (CPDL), la iniciativa pionera entre las mencionadas. Su comienzo como archivo virtual data de diciembre de 1998 y ha logrado reunir hasta la fecha más de 8.000 títulos de más de 1.600 autores. Como en los casos anteriores, está basada en tecnología wiki y dispone de múltiples recursos que hacen de este sitio web la referencia indiscutible para la música coral.
Es importante observar cómo estos proyectos no sólo fomentan la colaboración entre los usuarios que convocan, sino que existe un alto grado de intercambio entre los proyectos. Por ejemplo, el IMSLP posee la opción de importar archivos desde otras iniciativas, como las que hemos citado antes (MIT Archive, Mutopia, Bach-Gesellschaft Ausgabe, el Proyecto Gutenberg o el Proyecto Cook). Este fenómeno, que amplía en gran medida el sentido comunitario de las iniciativas, sólo es posible gracias a que el impulso surge del interés público, de las ideas de una persona que actúa desde su perspectiva como individuo, que un día piensa “Sería maravilloso disponer de una biblioteca de partituras de acceso libre… ¿Y si lo hiciera yo solito?” Esta ausencia de institucionalidad y de afán de negocio está construyendo una perspectiva nueva en el uso de la información. Y esta nueva visión, que va esquivando los ataques de los poderosos intereses que le rodean, no puede ser obviada por éstos, que –más tarde o más temprano- tendrán que reinventar sus negocios en función de esta realidad emergente. Mientras las grandes compañías sigan pensando que es posible acabar (o minimizar el impacto en sus negocios) con estas iniciativas globales, fomentadas y mantenidas por personas con pleno sentido de estar contribuyendo al bien común, estarán errando el tiro. Más bien nos da la impresión de que la situación es parecida a la del problema energético que plantea la escasez de petróleo: los productores y explotadores del bien saben perfectamente los recursos de los que disponen y que trabajan contrareloj y con unos límites de producción condicionados por el agotamiento del bien. Pero deben mantener las explotaciones –sin importarles lo más mínimo los acuciantes problemas del planeta o la pobreza indirecta que generan- porque parten de una visión netamente mercantil, en la que el medio o largo plazo no juega un papel de importancia. En el caso de la industria editorial, probablemente disponga de análisis que evidencien lo imparable de la distribución de archivos libres a través de internet. Pero resulta más cómodo y fácil (y, sobre todo, más rentable) terminar de explotar una producción –por otra parte, bastante agotada- que inventar nuevas vías que enriquezcan el panorama con nuevos recursos asociados al producto que comercializan. Ahora bien, las grandes empresas tienen por naturaleza el paso torpe y su adaptación a un tiempo en el que lo nuevo es lo de hace una hora y ayer se observa como antiguo, puede resultarles complicada. Que no se descuiden…
Referencias
- Proyecto Biblioteca Internacional de Partituras Musicales (IMSLP) – Biblioteca Musical Ottaviano Petrucci
- Proyecto Gutenberg
- Mutopia Project
- Choral Public Domain Library (CPDL)
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