Miguel Asins Arbó (1916-1996) fue un músico discreto, que se colocó en determinados momentos del siglo XX en una posición de cierto relieve, como por ejemplo ocurrió con su Concierto para piano en Sol menor, que fue mención honorífica en el Premio Nacional de Música de 1942; o con Alvargonzález (1954) y Dos leyendas cervantinas (1949), ambas cosechadoras de éxitos en su momento. Su obra sinfónica, clara continuadora de los postulados nacionalistas iniciados por Felipe Pedrell, se mueve por una vertiente descriptiva especialmente explícita, motivada sin duda por su vínculo con la música incidental. En Asins Arbó no encontraremos experimentación, ni una propuesta indagadora. Fue un compositor inscrito –como indica el musicólogo Javier Suárez-Pajares- en el “nivel más profundamente social de la cultura española”. Por tanto, totalmente ajeno a las incursiones en la vanguardia que para otros compositores de su generación representaron un punto de partida. Podríamos decir que Asins Arbó es un claro y tardío exponente de la herencia nacionalista, que hunde sus raíces en un folclore que pasa por la influencia parisina traída a España por Manuel de Falla, Conrado del Campo o Manuel Palau, y que fue la responsable –para bien y para mal- de toda una generación de músicos que fueron formados en este contexto estético y cuyo exponente más popular fue sin duda Joaquín Rodrigo.
Y ahora el lector se podrá preguntar qué pinta un autor así en una revista cuyos presupuestos editoriales parten de la indagación en la creación musical nueva y en el necesario debate estético en torno a los lenguajes y formas de expresión de nuestro complejo mundo artístico actual. Pues hay varias razones. Por ejemplo, la consideración de que es a través de recuperaciones como la que nos propone José Luis Ruiz del Puerto y que edita el sello Columna Música, como pensamos que es posible observar de manera más objetiva la evolución de nuestra música. No se pueden obviar tranquilamente las parcelas estéticas que imperaron en determinados contextos y momentos de la historia, aunque éstos tuvieran una importancia menor si tomamos una perspectiva más amplia y las medimos desde la óptica de la modernidad y el progreso. Por eso, poner el foco sobre la obra desconocida –por otro lado, otro de los objetivos de esta publicación-, aunque ésta se encuentre inscrita en un planteamiento que si fuera propuesto hoy sería considerado claramente regresivo, nos puede ayudar a la necesaria reconstrucción del conocimiento sobre nuestra música. Y por eso, las labores de recuperación de obras poco o nunca escuchadas siempre tienen un valor especial, más si proceden –como es el caso- de la iniciativa de músicos como José Luis Ruiz del Puerto, cuya constante indagación y labor de difusión en el contexto de la música de nuestro tiempo no dejan lugar a dudas sobre su compromiso con la creación viva.
Pero hay más razones para la divulgación de estas obras. Asis Arbó está inscrito en un contexto que resulta sobre todo asimilable a la música cinematográfica (no en vano fue autor de la música para más de setenta películas, documentales o series de televisión), y su música –sinfónica, para banda o para guitarra- mantiene la influencia de esta óptica incidental de manera muy evidente. Entonces, si trasladamos nuestro punto de observación de lo estrictamente musical a una perspectiva sociológica (recordemos por un momento a Weber y a Adorno), teniendo en cuenta la potencialidad del cine como arte conformador de la cultura, podríamos decir que estamos ante uno de los responsables del sonido de una época, de la música con la que se formaron los oídos de al menos una generación. Su presencia viva en películas como El cochecito de Marco Ferreri (1960), o las emblemáticas Plácido (1961), El verdugo (1963) y la más cercana La vaquilla (1985), de José Luis García Berlanga, no puede ser obviada ya que constituyen una parte importante de la secuencia que explica nuestra sociedad actual en su relación con el arte.
Centrándonos ya en las obras que el registro de Columna Música nos propone, encontramos efectivamente mucha música que traza sus líneas desde el cine. Cinco piezas para guitarra sobre temas de la película “La gata” (dirigida por Margarita Alexandre y Rafael Tordesillas en 1955) es una colección compuesta un año después del estreno del film, a modo de suite, y que se asienta en el trabajo con temas populares andaluces. Esta obra está precedida en el CD por cuatro piezas: El buen amor, Amoríos, Elegía a Platero y La barraca. La primera, escrita para la película del mismo nombre dirigida por Francisco Regueiro en 1963, recuerda la construcción clásica de Fernando Sor. La segunda, con clara influencia del flamenco, es posiblemente la de mayor calidad e interés musical, y en la que aparece un trazo más original. La tercera, también compuesta para el cine (Platero y yo, de Alfredo Castellón, 1966). La cuarta aparece como homenaje a Vicente Blasco Ibáñez y combina un tema popular valenciano con gestos flamencos, muy evidentes en los rasgueos y algunos giros cadenciales propios de esta música. El CD se cierra con una obra para guitarra y voz, interpretada por Ruiz del Puerto y la soprano valenciana Isabel Monar, un encargo de la Comisión Nacional de Música para las V Jornadas Musicales Cervantinas de Alcalá de Henares (1976). Se trata de una obra basada en textos del autor de El Quijote, con alguna influencia detectable de Rodrigo, e inscrita en un lenguaje popularmente reconocible –gracias probablemente a este último- que se construye sobre la recuperación de otro nacionalismo anterior: la música de los Diego Pisador, Alonso Mudarra, Luis de Milán o Luis de Narváez, que asienta su estilo en el espíritu de la España imperial de la segunda mitad del siglo XV.
Respecto a la interpretación, el nivel técnico y artístico del que hacen gala ambos músicos –guitarrista y cantante- es muy alto. En una música donde la expresividad se presenta como sustento fundamental, José Luis Ruiz del Puerto lleva a cabo un trabajo interpretativo limpio y riguroso, nada efectista, que probablemente procede de su experiencia con la música contemporánea, donde la búsqueda de un sonido para cada obra se convierte en una necesidad esencial. Por otra parte, Isabel Monar –además de poseer un timbre muy adecuado para esta música- realiza un trabajo vocal que se construye sobre la sobriedad, demostrando un perfecto conocimiento de la propuesta estilística y estética en la que se movía Asins Arbó.
En resumidas cuentas, un CD que se presenta como una propuesta de escucha de nuestro patrimonio olvidado, seguramente muy bien acogido por profesionales y aficionados a la guitarra, pero igualmente recomendable para todo aquel que quiera mantener la mirada viva y objetiva sobre la línea del “de dónde venimos”.
Información
Obras para guitarra. Miguel Asins Arbó
José Luis Ruiz del Puerto, guitarra; Isabel Monar, soprano
COMUNA MÚSICA 1CM 0209
1 CD – DDD
01. El buen amor (4’52”)
02. Amoríos (3’32”)
03. Elegía a Platero (4’13”)
04. La barraca (5’46”)
05-09. Cinco piezas para guitarra, “sobre temas de la película La Gata” (13’45”)
10-17. Cancionero para Alcalá de Henares (voz y guitarra) (30’58”)
Referencias
- Breve biografía de Miguel Asins Arbó en la Wikipedia
- Web oficial de José Luis Ruiz del Puerto
- Biografía de Isabel Monar
- Columna Música
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