Todo registro discográfico tiene, más o menos visible, un hilo conductor, ya sea éste una identidad geográfica, una época o un planteamiento estético. En el caso del CD que nos ocupa, Voces de ébano, encontramos una multiplicidad de motivos, coherentemente enlazados, que demuestra el cuidado que sus promotores han puesto en la empresa. El subtítulo indica ya un aspecto interesante: Música española del siglo XX en el mundo. Es decir, música hecha por compositores españoles pertenecientes a varias generaciones cuya escritura y planteamiento no encuentra anclaje en una raíz geográfica o nacional. Busca más allá, indagando en referencias de un carácter universal: la gran arquitectura en el Panteón de Agrippa, la tragedia en la Antígona de Sófocles, la cosmología en la figura del alquimista, cabalista, filósofo y nigromante Cornelius Agrippa… Otro elemento cohesionador es el uso del clarinete como hilo conductor. Unas veces unido a la cuerda, otras al piano o a la voz, la presencia de uno de los instrumentos más versátiles y dúctiles a las exigencias de la música de nuestro tiempo permite que observemos desde una óptica tímbrica concreta las diferentes propuestas estéticas de unos autores con planteamientos muy diferentes. También hay que decir, antes de comentar cada una de las obras, que se trata en todos los casos de primeras grabaciones, lo cual otorga al CD un valor documental evidente, tratándose de compositores de relieve y proyección tanto en nuestro país como en el ámbito internacional. La iniciativa de esta grabación parte del excelente clarinetista Francisco Antonio García y del Modern Ensemble, y ha sido posible gracias a la colaboración del Gobierno de Aragón, el Conservatorio Superior de Música de Aragón y Tritó.
La primera de las obras es el Cuarteto Agrippa de Antón García Abril (Teruel, 1933). La composición se desarrolla en una línea estética muy reconocible del autor, con un sentido de la evocación que no renuncia en ningún momento a una expresividad explícita e inscrita en una necesidad comunicativa directa. La obra toma la sugerencia del Panteón romano construido por Agrippa (destruido y posteriormente reconstruido por Adriano), obra arquitectónica cuyas increibles proporciones y belleza tuvieron una gran trascendencia en la arquitectura de occidente. El Cuarteto Agrippa fue escrito por encargo del Festival Internacional de Santander como homenaje a Goffredo Petrassi con motivo de su 90 aniversario.
Love Songs de Jesús Rueda (Madrid, 1961) es una colección de cuatro piezas que –según el propio autor- pueden considerarse como work in progress, y que se mueven en un lenguaje intimista que revela la sinceridad expresiva y evocadora de profundos sentimientos con que están escritas. Dedicadas a amigos del compositor (por ejemplo al director y también autor Fabián Panisello, al que dedica la primera pieza, For a wedding day; o al violinista David Mata, en este caso la tercera), en su origen fueron escritas para violín y piano, aunque por el carácter mencionado de obra abierta han proliferado en diversas versiones como las que aquí se presentan. En este caso, la selección abarca las piezas 1 y 3, en versión para clarinete y piano y clarinete solo, respectivamente . Cabe mencionar la existencia de una versión para viola y piano grabada en 2006 por el Arditti Quartet (SA01191).
La tercera propuesta que nos presenta este registro discográfico es Mort d’Antigone de Héctor Parra (Barcelona, 1976), obra que introduce el diálogo entre la voz (mezzosoprano) y el clarinete bajo la perspectiva del estudio de las relaciones entre ambos instrumentos. Como indica el propio autor “[…] entre el lenguaje verbal y musical y, por extensión, entre el hombre y la debilidad de su condición y la máquina que él mismo crea. Estas semejanzas sonoras y estas relaciones de oposición dialéctica estructuran un campo de fuerzas espacio-temporal, donde la tensión causada por el contacto de materiales musicales que presenta una evolución diferenciada, impone al auditor un tempo musical progresivamente separado del tiempo psíquico o biológico.” La obra toma la tragedia de Sófocles como punto de partida para articular un flujo temporal que –volviendo a las palabras del autor-, “basado en la percepción Europea u occidental del tiempo trágico, se obtiene por medio del control en los procesos de interacción (modelados según el juego de oposiciones de caracteres y de opciones vitales característicos de la tragedia griega) […]”. Como hemos dicho en el primer párrafo de esta reseña, nos encontramos en este caso ante un ejemplo claro de propuesta compositiva que toma una temática universal para intentar dar salida a inquietudes propias de nuestro tiempo.
Fantasía, de Jesús Torres (Zaragoza, 1965), es una obra de extremo virtuosismo y, a la vez, gran cuidado en las sonoridades y el flujo de la densidad. La referencia al carácter de “fantasía” no se oculta, plasmándose en cambios constantes de tesituras, rápidas figuraciones y un complejo diálogo tímbrico. Todo ello, unido a una dinámica igualmente trabajada, nos presenta un mundo sonoro de extrema riqueza y una expresividad especial que termina por cautivar al oyente. Jesús Torres es un compositor en el que convive tradición y vanguardia de una manera especial y auténtica, muy lejana a ideas restauradoras. Y este convencimiento de no renuncia a las fuentes se observa de forma nítida en esta obra de cámara de gran exigencia para el intérprete y de vibrante expresividad.
Por último encontramos una obra de Sergio Blardony (Madrid, 1965), Tabulae Saturni, escrita expresamente para Francisco Antonio García y el Modern Ensemble. Se trata de una obra para trío (clarinete, viola y violoncello) que propone vías de encuentro entre la contención expresiva y el cuidado extremo por los aspectos formales y constructivos, derivados del cuadrado mágico que aparece en el tratado De occulta philosophia libri tres (1533) de Cornelius Agrippa, y que da título a la obra. Quizá sean las palabras del autor las que mejor definen esta intención: “La poética de la obra, así como la tensión creativa, se sostiene en la dialéctica entre una base teórica derivada del cuadrado mágico, que da lugar a una serie de procedimientos, de tipo matemático, que llevarán a la creación de una base musical –casi completamente escrita- pero que será utilizada únicamente como ‘guía’, y la propia realización final, que actuará sobre este sustrato firme y que tendrá, en definitiva, la última palabra. Es decir, se trata de crear unas estructuras totalmente definidas (que podrían considerarse musicales por sí mismas), pero que son producto de procesos no controlados sino en la planificación de éstos, para después –de alguna forma- ‘negarlas’ a través de decisiones que toma el creador. Se podría hablar de una especie de deconstrucción donde la realización de la obra se erige en la verdadera creación, en el único objeto artístico. Si la deconstrucción formulada por Derrida afirma que la envoltura retórica es todo lo que hay y que por ello la obra de arte literaria es irreductible a una idea o un concepto, en este caso la obra de arte musical reniega de su plan original, de la Idea, para ser en sí misma, quedando lo metafóricamente más racional –la matemática- reducido a mera excusa azarosa.” Por otro lado, llama la atención el procedimiento compositivo utilizado, en el que el autor dispone una textura continua que va a ser “negada” posteriormente mediante eliminación de elementos, de manera que se podría decir que la construcción formal procede del propio silencio. Y sobre este discurso preescrito y “negado” se superponen otros elementos ajenos al proceso matemático. Blardony indica a este respecto, “La idea es crear elementos dotados de sentido propio, que observen desde otro plano el espacio sonoro que les sustenta. Por utilizar un recurso metafórico, se trataría de aves migratorias que observan un paisaje que recuerdan, pero que sólo han visto una vez…”.
Respecto a la interpretación, decir que estamos –como cada vez es más habitual en nuestro país, por lo que casi ha dejado de ser noticia- ante músicos que nada tienen que envidiar a los mejores de cualquier parte del mundo. Francisco Antonio García es uno de esos intérpretes que han comprendido perfectamente que no sólo es necesaria una depurada técnica sino que el análisis y la comprensión de la intencionalidad del autor debe ser unida a ésta para producir un verdadero resultado musical. Pero en esta cuidada grabación hay que resaltar también un hecho que no siempre ocurre: el nivel interpretativo de la totalidad de los intervinientes en el registro –miembros del Modern Ensemble- es realmente alto, algo que no resulta sencillo teniendo en cuenta la diversidad estilística y estética de las obras grabadas, así como las dificultades técnico-expresivas que casi todas presentan.
En definitiva, un CD muy recomendable y que se inscribe en esta especie de “renacimiento” que vive la producción discográfica en España donde, a falta de grandes sellos, el tesón de los propios músicos por divulgar música que merece ser divulgada se convierte, en muchas ocasiones, en el alma verdadera de iniciativas de este tipo y en buen síntoma de la salud musical del país (por cierto, muy deteriorada en otros ámbitos).
Datos del CD:
Voces de ébano: música española del siglo XX en el mundo
Obras de Antón García Abril, Jesús Rueda, Héctor Parra, Jesús Torres y Sergio Blardony
Francisco Antonio García (clarinete); Modern Ensemble: Juan Luis Gallego (violín), José Manuel Román (viola), David Apellániz (violoncello), Sara Almazán (mezzosoprano), Carmen Esteban (piano), Francisco José Segovia (piano).
Coda Out COUT 3031
1 CD – DDD
01 Cuarteto Agrippa / Antón García Abril 12:15
02 Love songs nº 1 / Jesús Rueda 3:27
03 Love songs nº 3 / Jesús Rueda 4:45
04 Mort d’Antigone / Hector Parra 5:32
05 Fantasía / Jesús Torres 8:03
06 Tabulae Saturni / Sergio Blardony 19:09
Referencias
Etiquetas:Clarinete, Contemporánea, Música de cámara, Música española
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