Llega la primavera y me levanto con el run run de un sueño raro (más raro que otros, quiero decir). Lo embalsamo y aquà está el resultado:
Voy caminando por el madrileño Paseo del Prado en dirección a la Plaza de Neptuno y, repentinamente, me encuentro con Ana Botella que encabeza una curiosa comitiva: además de la previsible compañÃa polÃtica –presidente de la Co- munidad de Madrid, Ministro de Cultura y algún preceptivo director general del ramo-, veo a Helmut Lachenmann que charla amistosamente con un compositor local. Detrás de ellos, Paolo Pinamonti le susurra algo al oÃdo a Gerard Mortier, y ambos asienten; luego, sin decir nada, despliegan sus alas y desaparecen entre las nubes del cielo velazqueño. Algo más atrás, y todavÃa sin alzar el vuelo, se ven otras personalidades de la música formando una compacta columna humana que se desplaza en dirección a la fuente mitológica. Les sigo a la puerta del Hotel Ritz, donde les espera un enjambre de reporteros gráficos, cámaras y presentadores de televisión que van a cubrir la noticia (también un grupo de cajeros automáticos rusos que se manifiestan airadamente, y que me da la impresión de que se han escapado de otro sueño, quizá de una pesadilla). La comitiva se abre paso entre el tumulto y desaparece por la puerta del lujoso hotel.
No lo olvidemos, es un sueño (eso sÃ, por momentos bastante real), asà que no me cuesta seguirles como si fuera un fantasma y colarme en plena rueda de prensa. La alcaldesa está ya hablando (en un idioma extraño, irreconocible… cosa de los sueños, será…). Afinando el oÃdo, percibo algunas frases entrecortadas pero mÃnimamente inteligibles que me dejan bastante confundido: “Este festival… música de nuestro tiempo… compromiso con el arte contemporáneo… no podÃa faltar… la acusmática… y, como no, el Sr. Lachenmann nos dará buena muestra de su música concreta instrumental… pero… ¡no olvidemos a Scelsi!…” Mientras tanto, veo que los comparecientes tienen, frente a ellos, en las primeras butacas de la sala de prensa de La Caja Mágica (ya no estamos en el Ritz… ¡un sueño movidito!), diecisiete señores uniformados que muestran una respetuosa atención hacia las palabras de la alcaldesa. Repentinamente, un compositor (no acierto a ver su cara) se levanta y va hacia una porterÃa que hay preparada a la izquierda de la sala. Incomprensiblemente, uno a uno, los señores uniformados le lanzan partituras que él detiene sin demasiados apuros. Al final, todos rÃen y salen satisfechos. Cada vez más intrigado, intento seguirlos pero se me cruzan dos policÃas que llevan en volandas a un polÃtico. Ese mÃnimo momento de distracción es suficiente para perder sin remedio la comitiva.
Me froto los ojos y veo que el radio-despertador lleva un buen tiempo sonando. Oigo no sé qué noticia sobre el COI y unas futuras olimpiadas. ¿Y el festival? Sólo podÃa ser un sueño. Será la primavera que llega fuerte.
Etiquetas:Contemporánea, Festivales
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