Laboral de Gijón: de la vanguardia al “Zara” de la cultura

Polémica por la asignación como gestor de la Ciudad de la Cultura de Gijón a José Luis Moreno, el conocido ventrílocuo que extiende así su imperio escénico a la capital asturiana cuyo público verá desfilar a figuras como Isabel Pantoja y espectáculos como “Lo más grande en zarzuela” o “El show de los Lunnis”.

L20100818_laboral-moreno-pantojaa que fue la Universidad Laboral de Gijón, convertida en 2007 en gran centro de cultura como proyecto emblemático del Gobierno del Principado de Asturias, llega a las manos del voraz productor televisivo y teatral José Luis Moreno (conocido por todos como responsable de series de contrastada calidad como “Aquí no hay quien viva” o “Escenas de matrimonio”). El pasado lunes el empresario presentó su proyecto en rueda de prensa, jalonado de “perlas” dialécticas que dicen bastante del nuevo rumbo del centro, y entre las que destacaríamos la más vistosa: “Vamos a convertir La Laboral en el Zara de la cultura“.

Hasta este giro en la gestión, la trayectoria de la Ciudad de la Cultura de Gijón no se puede decir que haya tenido una dirección precisa. Iniciativa que surge en el contexto de los centros culturales que pretenden ofertar vanguardia y arte experimental, pero que no dejan de tener un viso comercial que llevó, como en este caso, a programar -como “nuevas tendencias escénicas”- propuestas como las de Michael Nyman o Philipp Glass. Pero también se programaron ciclos de gran valor en el plano musical, como las hasta la fecha las dos ediciones de los “Encuentros de Música Contemporánea” organizados por el Ensemble Residencias en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, la pasada primavera y de la que dimos cuenta en otro artículo de nuestra revista. Por tanto, una gestión -capitaneada por el saliente Mateo Feijóo- habitual, como decimos, de los modernos centros de arte y cultura, en donde la programación siempre está vigilada por el Gran Hermano presupuestario, pero que -en el ámbito de una programación extensa y variada- no deja de ofertar eventos interesantes y de calidad.

Y parece que también aquí la crisis es la que ha dado la puntilla al proyecto vanguardista, o al menos, ha servido de excusa para ello. El movimiento en sentido inverso que va a dar Recrea (la sociedad pública que se encarga de la gestión) se presenta como un revulsivo a las críticas surgidas por la escasa acogida del público a las propuestas de los últimos tres años, donde la mayoría de los espectáculos no mostraron la rentabilidad esperada o simplemente resultaron deficitarios. En este contexto en el que las administraciones públicas consideran que la cultura o es rentable o no es, aterriza el proyecto de Moreno, como tabla de salvación en momentos en los que la crisis justifica casi todo. Su intención de producir los espectáculos, con una aportación de “cuatro o cinco millones de euros“, o de su compromiso de hacer rentable “todo lo que toca”, no han hecho dudar a Recrea de que cualquier atisbo de calidad artística puede ser sustituido fácilmente con el discurso de la buena gestión económica. Y, por supuesto, el cambio se ha producido en la más estricta transparencia, mediante concurso público, que Moreno parece haber ganado sin muchos problemas. Suerte diferente está corriendo su farónico proyecto de Teatro de las Tres Culturas para Madrid, que lleva años estancado en un intrincado conflicto de licencias.

Con este panorama no es de extrañar que la nueva etapa se inicie con un concierto de Isabel Pantoja, todo un símbolo de modernidad, que será seguido por espectáculos tan novedosos como Lo más grande en zarzuela, El show de los Lunnis, Montserrat Caballé actuando junto a su hija Montserrat Martí, las desconocidas óperas La traviata o Carmen, Los Vivancos, el Circo de Hielo de Moscú, la obra de Pedro Ruiz Escándalo en el Palacio, y un largo etcétera, a cual más experimental.

Pero lo que nos parece más descorazonador no es que la viva imagen de la casposidad, encarnada en la figura popular de la copla (ahora con cierto descenso de popularidad gracias a sus andanzas defraudatorias en el caso “Operación Malaya”), sustituya a propuestas más razonables en el contexto de la escena contemporánea, sino que ni siquiera a dado tiempo a cuestionar si estas últimas tenían el valor artístico que se les suponía y un vínculo real con la ya de por sí difícil definición de “nuevas tendencias” que acompañaba el proyecto Ciudad de la Cultura de Gijón en su inicio. Resulta preocupante que la irrupción del nuevo empresario en la escena de Laboral impida cuestionarse si Michael Nyman es realmente una propuesta experimental o pura necesidad de dotar de ingreso de taquilla y repercusión mediática.

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