No llegan a las carteleras españolas historias de músi- cos, ya sean compositores o interpretes, sobre todo si estos son o se dedican a la música clásica. No importa que en el extranjero se nos identifique, entre otras cosas, cantando y bailando flamenco y tocando guitarras, por nuestra supuesta afición a la música. Tópicos. Ya solo por eso el estreno en el Teatro Guindalera de Madrid de Duet for one, el texto de Tom Kempiski que esconde la historia de la famosa chelista Jacqueline du Pré bajo la de la violinista de ficción Stephanie Abraham, supone una interesante propuesta para profesionales de y aficionados a la música, sobre todo si lo son de y a la música clásica.
Aunque la historia que se cuenta es capaz de transcender esa anécdota, pues siempre es anecdótico lo que somos o dejamos de ser como individuos. Como Jacqueline du Pré o, su sosias en esta obra, Stephanie Abraham. Como el doctor Feldman, su psiquiatra. Como MarÃa Pastor, la actriz que la interpreta y ¡de qué manera! Como Juan Pastor, que no solo encarna al psiquiatra sino que dirige la obra y ha traducido el texto convirtiéndolo en palabras que quedan en la memoria. Palabras que tocan las cuerdas de un chelo fÃsico que es nuestro cuerpo y nos hace dar nuestro mejor sonido como espectadores. Un silencio contenido durante la representación que se convierte en sonoro e intenso aplauso cuando acaba la función. Pues todos somos Jacqueline du Pré/Stephanie Abraham cuando a medida que pasa el tiempo vamos perdiendo lo que somos y lo que fuimos por el camino. Pues todos somos su psiquiatra. Seres enamorados de las notas que salÃan de su chelo. Notas que, para un aficionado o para un profesional, en ese mundo de mitificación en el que vivimos, solo podrÃan salir de una mente brillantemente musical. Y no, no es asÃ, la protagonista, ese personaje de ficción, lo que verdaderamente es en esta obra, es un ser humano y, por tanto, cuerpo antes que nada. Un cuerpo que le falla.
Porque Tom Kempiski y Juan Pastor proponen la música como algo fÃsico. Como si fuera un olor. Un sabor. Una caricia. Un beso. El calor y el movimiento de un cuerpo sobre otro cuerpo tendidos. Rabia. Ira. Un bajón. Un subidón. Una molestia. Una irritación. Una risa. Un lugar para vivir hoy y ahora. Un lugar para la vida. Y no, no se puede, acabar con la vida, la vida está para vivirla, para tocarla, para cantarla, para contarla, para oÃrla, para no perdérsela (y menos para perdérsela en los paraÃsos artificiales de las drogas legales o ilegales). Todo eso se escuchaba y se escucha, según el texto y la puesta en escena, en las interpretaciones musicales de Jacqueline du Prè. Una chelista hecha de carne y hueso (flesh and blood), como sus interpretaciones. Igual que la obra que estrena el Teatro Guindalera de Madrid. Igual que los espectadores que agotarán las entradas de este pequeño teatro cada tarde. Todos ellos, seres de carne y hueso que entenderán porque la música es un lugar para vivir, para la vida.
Referencias
- Web de Duet for one de Teatro Guindalera (en español)
- Web oficial de Jacqueline du Prè (en inglés)
- Playlist de la pelÃcula Duet fo one dirigida por Andrei Konchalovsky (en inglés)
- Dossier de Duet for one publicado por el Almeida Theater de Londres (en inglés)
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