El compositor coreano Jae-Moon Lee obtiene el XXVI Premio Reina Sofía

La obra titulada “Seven days/Stained Glass/Mirror” fue la ganadora de este certamen de composición organizado por la Fundación Ferrer Salat, que también otorgó un accésit al autor gallego Eduardo Soutullo.

E20091011_compositor-coreano-jae-moon-lee-premio-reina-sofia09l pasado 8 de octubre tuvo lugar el fallo del jurado del XXVI Premio Reina Sofía de Composición Musical, en esta ocasión compuesto por Mercedes Zavala, Jesús Torres,  Israel David Martínez y José Manuel López López, este último en calidad de presidente. El concierto con las tres obras finalistas se celebró, como es habitual, en el Teatro Monumental de Madrid, con la también tradicional colaboración de la Orquesta Sinfónica de la RTVE, dirigida por su titular británico Adrian Leaper. El ganador del premio fue el joven coreano Jae-Moon Lee, con la obra Seven days/Stained Glass/Mirror, una obra orquestal compleja, de fuerte contenido poético, con alusiones bíblicas al Génesis (aunque muy alejada de la consideración de obra religiosa), que –como indicó su autor- “intenta unir el carácter horizontal de las obras occidentales con la verticalidad de las orientales”. No es el primer premio que recibe el compositor coreano formado con I-Jae Park, Sung-Woo Chun, and Yong-Hee Lee en el College of Music at Chung-Ang University (obtuvo el “Master Hsing Yun” International Composition Competition o el premio del Seoul Music Festival en sus ediciones de 2005 y 2007) aunque sí el primero que se le concede fuera de su país.

El otro finalista, ganador de un accésit, fue el compositor gallego Eduardo Soutullo con la obra That scream called silence. Curiosamente (por no denominarlo de otra forma), el tercer finalista, el autor chileno Miguel Farías –que presentaba su obra Tessiture- fue descalificado por no cumplir las bases al haber sido estrenada anteriormente su composición. Las tres obras finalistas fueron seleccionadas entre un total de 163 partituras de autores de 33 países por un jurado internacional diferente al de la fase final, formado por Alessandro Solbiati, Karl Aage Rasmussen, Gabriel Erkoreka (que fue premiado en la anterior edición), Jesús Rueda como Secretario y presidido por Juan Manuel Berea.

El Premio Reina Sofía de Composición Musical  junto con el convocado por el Auditorio Nacional de Música y el Premio SGAE, constituyen  los más importantes del panorama nacional. Dotado con 25.000 euros y dos accésit de 5.000 cada uno, supone un reconocimiento importante a la creación contemporánea, estimulando la composición de nuevas obras y ayudando a su difusión a través de su presentación pública y su retransmisión en directo por RNE Radio Clásica. Además, el presidente de la entidad convocante del premio, Sergi Ferrer Salar, anunció la posibilidad de que en el futuro la obra premiada pueda ser interpretada también en el Auditori Ciutat de Barcelona, con lo que se extendería la difusión de la obra de forma notable.

Un premio que mantiene además el acierto de celebrar su fase final en el contexto de la apertura de temporada de la OSRTVE, aunque sea fuera de abono, lo que supone la posibilidad de difundir la creación contemporánea entre el público tradicional del ciclo –cuya programación de este año es, por cierto, especialmente rácana con la música de nuestro tiempo- y así contribuir a integrar la obra nueva entre los conciertos de repertorio histórico. También es destacable el carácter institucional, que proporciona un indudable relieve mediático, con la lógica y habitual presencia de la reina y de la ministra de cultura Ángeles González-Sinde. Presencia del mundo político que desgraciadamente en otros casos no llega a materializarse (aunque casi siempre haya reserva de butacas), como ocurrió en otro acontecimiento digno de haber tenido más repercusión y en el que no pudimos ver a representantes institucionales, aunque sospechamos –todo hay que decirlo- que tampoco fueron debidamente invitados. Nos referimos, aprovechando este hilo, al interesante homenaje a Luis de Pablo que tuvo lugar el día siguiente en el Auditorio Nacional de Música. Una celebración, su 80 cumpleaños, que sin duda merecía haber contado con la presencia de personalidades variadas de la cultura (no sólo de la música, que sí asistieron), así como de representación de instituciones culturales de nuestro país. Subrayamos el hecho de estas ausencias porque entendemos que la música de Luis de Pablo representa un valor que debería ser considerado más allá de la disciplina artística. Más si cabe cuando curiosamente sus palabras –entrevistado por José Luis García del Busto en el propio escenario- trataron más de literatura que  de música. Lo cual elimina toda posible excusa para aquellos miembros de la intelectualidad que pudieran pensar que se trataba de una reunión entre músicos, donde impera la palabrería técnica. Una figura como la de Luis de Pablo, cuya dimensión artística ha tocado tantos palos, sin duda se merece una atención más amplia. Pero aunque sólo fuera para no tener que seguir quejándonos de la indiferencia generalizada que la música sigue suscitando en muchos políticos y representantes de la cultura, merecería la pena su asistencia. Confiamos y deseamos que en el resto de actos que este extenso 80 cumpleaños le depara, la asistencia sea adecuada a la importancia del personaje.

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