En prácticamente todas las actividades cotidianas utilizamos las dos manos (vestir, comer…), y si nos dirigimos a la música, la práctica instrumental también requiere de la coordinación bimanual. Mientras que en unas actividades un mano actúa de apoyo de la otra (escribir o cortar con tijeras), en otros casos las manos actúan coordinadas (tocar el piano). Esta coordinación necesita en principio la separación o disociación del movimiento de las manos.
La disociación doble hace referencia a cuando actúan las dos manos pero con movimientos diferentes (lanzar una pelota, jugando al tenis, para ser golpeada por la raqueta), esta actividad requiere de la intervención conjunta de los dos hemisferios cerebrales (Rigal, 2006).
En actividades como marcar el compás m20110902-PDF_lateralidad_anna-verniausical con dos manos, o practicar polirritmias utilizando ritmos diferentes en cada mano, estaríamos trabajando lo que sería disociación doble. Muchas de las actividades que se desarrollan en lenguaje musical hacen uso de la disociación doble y en algunos casos, incluso más compleja, interviniendo a la vez manos y pies en acciones diferentes.
Si tuviéramos que justificar la importancia de marcar el compás para medir la música con las dos manos, solo necesitaríamos hablar con un percusionista, violinista, pianista, arpista o cualquier instrumentista que utilice las dos manos para interpretar con su instrumento y preguntarle sobre su práctica instrumental y la importancia de adquirir una independencia técnica manual. Por tanto, si es tan importante la disociación doble para la educación musical, ¿por qué todavía se sigue educando desde la asignatura vertebradora del currículum musical, que es el lenguaje, reprimiendo movimientos, actividades y actitudes que refuerzan el trabajo de lateralidad y en consecuencia la mejora en la práctica instrumental, actuando en contra de unos principios de calidad educativa?
El docente que desarrolla la asignatura de lenguaje musical, en general, sigue transmitiendo los conocimientos y saberes a través de una posición sedente fomentando como ejemplo didáctico la figura del receptor pasivo.
Sin embargo, como la justificación no puede estar sólo sobre una reflexión personal basada en la observación, ya que resultaría poco científico, este artículo también parte de opiniones de expertos en la materia (bibliografía consultada), que darán apoyo a la importancia de un trabajo, práctica ya habitual en métodos como el de Dalcroze[1], sistema pedagógico para el desarrollo de la educación musical y que requiere una preparación importante para su aplicación, no tan sólo unas horas de formación general.
Anna Vernia
Licenciada en Trompeta por el Conservatorio Superior Municipal de Música de Barcelona. Diploma de Estudios Avanzados (DEA) por la Universidad Politécnica de Valencia. Diplomatura de postgrado en Nuevas Tecnologías de la Comunicación e Información aplicadas a la Educación Musical por la universidad Autónoma de Barcelona y Máster en Internacional en Comunicación y Educación por la misma universidad. Certificada en Dalcroze. Cabe destacar su participación en calidad de comunicación o póster científico en diferentes congresos y jornadas de música, educación y adultos además de publicar diferentes artículos sobre didáctica y pedagogía de la música.
Actualmente ejerce su labor docente como profesora en la especialidad de trompeta en el Conservatorio profesional de música “Fracesc Peñarroja” de la Vall d’Uixó y en el Centro municipal de Estudios Rafel Martí de Viciana de Burriana, donde también imparte la asignatura de lenguaje musical y conjunto instrumental para adultos, además de dirigir la revista ARTRES, publicación editada por dicho centro.
NOTAS
[1] Jaques-Dalcroze, profesor de Solfeo, Armonía y Composición en el Conservatorio de Ginebra, cuyo método surgió a partir de las necesidades rítmicas y motrices de su alumnado.
Referencias
- Pedagogía Musical on-line. Blog de Anna M. Vernia Carrasco
- Educación Musical para adultos. Blog de Anna M. Vernia Carrasco
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