En el nº 5 de la primera época de Sul Ponticello, allá por octubre de 2004, comenzábamos una serie de capítulos con una propuesta novedosa, consistente en invitar a un artista representativo a una conversación con el compositor Sergio Blardony, también director de nuestra revista. Este formato, a diferencia de la entrevista convencional, permite profundizar en la materia tratada desde la perspectiva que proporciona el debate, la opinión de ida y vuelta y la confrontación de ideas. Por la anterior época de [Conversando con…] pasaron compositores como Carlos Duque e intérpretes como Josetxo Silguero o Andrés Gomis. Sin embargo, el “parón” obligado que nuestra publicación tuvo que hacer cortó de raíz esta propuesta, que ahora retomamos con la firme intención de hacerla perdurar, con el mimo que precisa, en la sección ZOOM de esta nueva andadura de Sul Ponticello.
Hemos querido iniciar esta nueva serie de [Conversando con…] acercándonos a un grupo de cámara joven, el Trío De Magia, que inicia su andadura en junio de 2007. Formado por el pianista Carlos Apellániz, el percusionista Sisco Aparici y el saxofonista Ricardo Capellino, TDM vertebra su propuesta en torno a la música de los siglos XX y XXI, con un repertorio que incluye obras de autores como Toshio Hosokawa, Wolfgang Rhim, José Manuel López, Helmut Lachenmann, Stefano Gervasoni, Mauricio Sotelo, César Camarero o David del Puerto. Los tres componentes de TDM tienen una amplia trayectoria como solistas o miembros de otras formaciones. Por nombrar sólo algunas de ellas, el dúo de percusión NEXEduet, Drumming, Plural ensemble, el Grup Instrumental de Valencia, el B3-Brouwer Trio, el Dúo Apellániz o el ensemble Espai Sonor, al que saxofonista y percusionista pertenecen desde su inicio. En lo referido a su vínculo con la educación, además de impartir habitualmente cursos de perfeccionamiento en conservatorios y centros superiores en España y fuera de ella, el grupo apuesta por el trabajo en el ámbito pedagógico a través de su participación en iniciativas de las que ya nos hemos hecho eco, como por ejemplo la Academia Permanente de NEXEduet, en la que colaboran también los otros miembros de TDM.
Pero salgamos ya de las presentaciones para acercarnos a la conversación entre Ricardo Capellino y Sergio Blardony, en la que estamos seguros de que el lector sacará conclusiones más productivas y precisas.
[Conversando con…] Ricardo Capellino
Sergio Blardony: Resulta indiscutible que vivimos un momento especial en la historia de la música de nuestro país. Nunca se han creado tantos grupos especializados en música contemporánea, y con un nivel técnico tan elevado. ¿Crees que efectivamente se está normalizando la situación de nuestro país en relación con el entorno en el que deberíamos fijarnos, como puede ser centroeuropa, Gran Bretaña o EEUU?
Ricardo Capellino: Realmente en pocos años la aproximación con respecto a otros países, en cuanto a la música contemporánea se refiere, ha sido notoria. Bien es verdad que muchos de los músicos de nuestro país, anteriormente a nuestra generación, abrieron esas fronteras y, gracias a ellos y en parte a su esfuerzo, ya no sólo importamos cultura musical, sino que también la exportamos con músicos de prestigio internacional.
Al mismo tiempo, en nuestro país, han florecido muchos más núcleos artísticos e iniciativas musicales (públicas y privadas), que hace unos años eran, además de una utopía, un trabajo contra corriente (no es que ahora sea fácil), y cuyos objetivos eran bastante difíciles de cumplir en su momento, por diversos motivos, aunque de una forma relativamente lenta pero segura fueron dando sus frutos con compositores, intérpretes, oyentes especializados, críticos, etc. En definitiva, pienso que estamos en la dirección correcta en bastantes aspectos y, aunque nos quede aún caminar y aunar esfuerzos desde todos los sectores implicados, vamos perdiendo esa sensación de “inferioridad” y distancia que era notoria y real unos años atrás.
S.B.: “Trío De Magia” es un nombre muy sugerente. ¿Cómo vais a traducir ese calificativo en el plano musical? ¿Podemos hablar de “magia” en un contexto en el que todo aparece de alguna forma mercantilizado?
R.C.: Antes de nada, y para clarificar un poco el nombre del trío, éste surge –por un lado- del tratado “de magia” de 1590 del filósofo Giordano Bruno que fue quemado en la hoguera por la inquisición. Al mismo tiempo el nombre alude al título que da el compositor español Mauricio Sotelo a su trío de 1995 para saxofón, piano y percusión. Esta pieza fue nuestro punto de unión y comienzo de esta andadura, ya que nos reunió con motivo de un monográfico de este compositor en el 2007, en la “III Mostra Internacional de Música” de Sueca, y a partir de aquí surgió entre los tres una espléndida amistad y complicidad que resulta magnífica a la hora de trabajar.
S.B.: Sí, pero déjame que insista en esa parte conceptual del nombre… El momento “mágico” sólo puede encontrarse a través de la sugerencia. ¿Cómo “sugerir” en un mundo donde lo explícito, lo unívoco, parece que lo invade todo?
R.C.: En realidad no pensamos que haya nada que traducir o sugerir con el nombre del grupo; la amistad y complicidad de la que te he hablado es la verdadera magia de todo lo que pueda surgir de este proyecto. Ésta es la que nos mueve a seguir trabajando y descubriendo partituras, solicitando encargos y participando en numerosas propuestas artísticas… El proyecto tiene sentido sólo si se comprende desde este punto de vista “mágico”, ya que los tres tenemos numerosos compromisos profesionales de diversa índole y que además, con el paso de los años, se van acrecentando. Aun así nos embarcamos en este proyecto con la máxima seriedad y esfuerzo, un poco al margen del “mercantilismo”, porque realmente pensamos que el futuro de la formación será exitoso artísticamente; la gente que ha confiado en nosotros sabe que trabajamos y cómo lo hacemos para que esto sea así.
Realmente, el poder trabajar a un alto nivel de exigencia técnico e interpretativo, disfrutando de la música y del esfuerzo, y con quienes compartes un excelente nivel de complicidad en lo personal y lo artístico, es una experiencia imposible de describir… Aunque la palabra que mejor podría definir todo esto sería “magia”, sin duda alguna.
S.B.: En tu aclaración anterior sobre el origen del nombre del grupo te has referido al trío de Mauricio Sotelo. Recuerdo unas declaraciones suyas, con motivo del monográfico que el CDMC le hizo en el Auditorio Nacional en 2002, en las que comentaba que el reto de esta obra De Magia no era tanto componer para una plantilla determinada sino “crear un objeto sonoro completamente nuevo”. Enlazando esta idea con el grupo, ¿cómo abordáis el problema de la definición sonora del conjunto (estoy pensando –por ejemplo- en que se trata de una plantilla instrumental formada por instrumentos de mucho carácter)? ¿Os habéis planteado un sonido propio, que identifique al TDM? Dicho de otro modo, ¿Hay un trabajo previo respecto al sonido o es algo que pensáis que irá surgiendo a medida que vayáis elaborando un repertorio, y que será éste, con el tiempo, el que os permita esta reflexión?
R.C.: Sí, además del carácter –como bien has definido-, quizá estos instrumentos sean los que actualmente más posibilidades sonoras puedan ofrecer a los creadores actuales ya que el abanico tímbrico es infinito y su interrelación sonora es genial… Qué te vamos a decir nosotros, ¿no?
La filosofía de TDM se basa en interpretar a los ya “clásicos” del siglo XX (permíteme esta expresión) que han escrito para esta formación, como pueden ser Hosokawa, Gervasoni, Rhim, Lachenmann, etc. Y al mismo tiempo realizar un repertorio nuevo dedicado a nosotros que surge a través del trabajo cercano con los compositores, dando un especial trato a la música española de hoy.
En todo este trabajo de creación-investigación necesariamente surge un intercambio de ideas y concepciones que afectan, en mayor o menor medida, al lenguaje último de la obra de una forma genial, por la aproximación a la realidad sonora y posibilidades interpretativas de los intérpretes. Por todo ello pensamos que aunque actualmente tengamos una concepción sonora del trío, el tiempo y el repertorio que vayamos adquiriendo serán los que sin dudarlo irán moldeando y definiendo esta “sonoridad propia” de TDM.
S.B.: ¡Vaya!, has hablado de “clasicos” del siglo XX, incluyendo a autores vivos como Hosokawa o Lachenmann. La verdad es que estoy plenamente de acuerdo contigo en que la importancia de su obra ya nos podría permitir denominarlos así (quizá las comillas son oportunas, por diversas razones, y no sólo en estos casos…). Sin embargo, me pregunto si realmente existe esta percepción en nuestro país; si hemos avanzado lo suficiente. Y no lo digo desde una postura elitista respecto al receptor, ni mucho menos. Todo lo contrario, pienso que si las obras están inteligentemente programadas, presentadas y, sobre todo, bien interpretadas, siempre hay un público inquieto que sabe valorarlas, que disfruta o –al menos- observa con curiosidad (paso previo al interés…). ¿Crees que estamos en un momento –hablando siempre del caso español- en que podemos plantear un cierto activismo en el sentido de reivindicar la inclusión de estos y otros autores en los repertorios habituales (estoy pensando muy concretamente en el caso de los grandes ciclos de conciertos, las orquestas…)? ¿Son los programadores receptivos a estos “clásicos”? En otras palabras, ¿cuesta convencer de que la música de calidad debería ser bien recibida por el público, independientemente del aura que le rodee?
R.C.: No sólo creo que podemos sino que también debemos, como parte implicada en el proceso creativo actual, plantear seriamente este activismo.
Sinceramente pienso que el problema no es sólo de los programadores de conciertos (que deberían generar esa curiosidad con la programación), sino que todos tenemos parte de culpa en este aspecto; me refiero a que los educadores también deberían “incitar” a esa curiosidad de la escucha, lo que daría fruto con muchos más músicos u oyentes futuros abiertos a nuevas propuestas, lo que crearía una demanda elevada de ello y al mismo tiempo una obligación del programador a tener en cuenta… pero esto es intentar “arreglar el mundo” y yo no me dedico a esto, ¡¡por suerte!! Aunque si intento arreglar “mi mundo”.
A pesar de ello, hay lugares y festivales en nuestro país que se afianzan, sino lo están ya, año tras año con propuestas actuales, y sobreviven con escasos –por no decir casi inexistentes- medios económicos (uno de los que conozco bien es la “Mostra Internacional” de Sueca que este año realizará su quinta edición). Estos festivales se sustentan con el esfuerzo de intérpretes, compositores, grupos consolidados que bajan sus cachés, oyentes entendidos que acuden de forma incondicional y oyentes no expertos cuyas novedosas propuestas sonoras les entusiasman… ¿No debería hacer pensar a los programadores que realmente las buenas propuestas deberían formar parte de los ciclos y temporadas de música, ya que sin apenas recursos sobreviven en el tiempo? Sinceramente, y respondiendo a tu pregunta, creo que sí.
S.B.: Tienes mucha razón en que la clave es unir esfuerzos. Y también estoy muy de acuerdo contigo en tu comentario sobre la importancia de la educación y del profesorado en este aspecto. Creo que falta todavía un paso más (no de gigante, pero aún considerable), en el que los planteamientos didácticos y metodologías asumieran que la creación posterior a 1950 no es algo desligado de la historia de la música. Ya lo advertía en 1959 Luigi Nono en los cursos de Darmstadt, cuando hablaba sobre el rechazo existente a su inserción en el proceso histórico, negando así la propia evolución y, consecuentemente, la misma historia. Y también me parece que es necesario encontrar fórmulas de intersección entre educación y creación (entendiendo esta última en toda su dimensión, incluyendo el fin del proceso creativo, su escucha, su interpretación). Cuando citas la “Mostra Internacional” de Sueca me viene a la memoria el esfuerzo de esta iniciativa por lograr de algún modo este vínculo, por ejemplo invitando a un compositor que no sólo vertebra temáticamente el festival, sino que también aparece implicado en actividades que, si bien es posible que no puedan calificarse como educativas –en el sentido formal del término (estoy pensando en talleres o cursos de perfeccionamiento)-, sí tienen un marcado carácter formativo, en este caso dirigidas al público asistente a los conciertos. En este sentido –y si no estoy equivocado-, al menos dos de los miembros de TDM (Sisco Aparici y tú mismo) estáis involucrados en proyectos donde existe una preocupación explícita por el aspecto educativo. Me estoy refiriendo en este caso a la Academia Internacional de NEXEduet, de cuyo concierto inaugural hemos hablado estos días en Sul Ponticello y lo seguiremos haciendo, dado el interés de la iniciativa. ¿Va a participar TDM en ésta iniciativa o en otras de similares características? Según tu punto de vista, ¿es posible y necesaria una indagación pedagógica encaminada a articular vías de encuentro entre creación-interpretación-educación? Hay ya un buen corpus de investigación pedagógica en este sentido (no demasiada en nuestro país, dicho sea de paso), pero creo que muchas veces no hay demasiada comunicación entre el pedagogo, el creador, el intérprete…
R.C.: Los tres componentes de TDM estamos implicados en diversos frentes educativos explícitos de este tipo no sólo en la Academia sino en cursos, seminarios y Master-Class en torno a la música actual.
Pero con respecto a la Academia NEXEduet, aunque Carlos no participará directamente en la impartición pedagógica –porque este año girará en torno al saxofón y la percusión-, sí que lo hará de forma colaborativa en los conciertos de los diferentes días, con lo que TDM tendrá alguna propuesta en alguno de los muchos conciertos previstos.
Efectivamente, este tipo de eventos son necesarios porque enriquecen el fenómeno musical actual, bien es verdad que en muchas ocasiones no hay una excesiva comunicación entre todas las partes, aunque en el caso de los grupos con los que participo como el Ensemble Espai Sonor, TDM, etc., es casi una obligación; es decir, precisamos del trabajo previo con el compositor para realmente empaparnos de qué es lo que pretende y así ser más fieles y consecuentes con lo que hacemos.
La Academia es un punto de intercambio y de trabajo a tres partes ya que los que impartiremos las clases por las tardes, y para finalizar la jornada, seremos intérpretes; y entre el tiempo de docencia e intérprete participaremos de forma activa en el trabajo de las obras de los compositores invitados.
Imagínate la visión que pueden tener todos aquellos alumnos, que llegarán de todas partes, del trabajo, dedicación y esfuerzo de este proyecto… Yo creo que a partir de este tipo de eventos es como, en muchos casos, abrimos conciencias y sobre todo un savoir faire que esperemos continúe en ellos y en sus actos artísticos posteriores, como decías al principio, hay que “despertar curiosidad que es el primer paso al interés real”…
S.B.: Es cierto, y en ese buen hacer es donde creo que deberíamos incidir todos –creadores, intérpretes, profesores…- para dar proyección institucional a los proyectos; lograr, con el tiempo, demostrar a los que tienen más medios que hay un rédito verdadero en los proyectos. El problema es que, en este plano institucional, la mayor parte de las veces topamos con la condición indispensable de los resultados visibles a corto plazo, y las iniciativas que realmente inciden de una manera profunda en la educación y en la renovación de perspectivas no suelen cumplir este requisito. Y luego está el marketing… y los presupuestos… Es complicado pero creo que estamos de acuerdo en que sentarse a esperar a que los que tienen los medios salgan del letargo sería una ilusión…
Girando un poco el foco, y como pregunta que ya va siendo habitual y obligada en las charlas y entrevistas de Sul Ponticello –dado el interés que nos suscita el debate sobre las relaciones entre las artes-, no querría terminar esta charla sin que me comentaras tu opinión sobre un aspecto que se está dando cada vez a menudo en la música. Me refiero a la tendencia a una puesta en escena en donde lo visual juega un papel importante, tanto si se trata de introducir estos componentes en una música no concebida previamente para la escena, como si hablamos de obras específicamente compuestas para integrar vídeo, danza, escenografía… Y aquí van las preguntas: ¿crees que esta tendencia es real? ¿Puede ser un paso de atractivo también para los programadores? El juego y reflexión sobre lo interdisciplinar no es precisamente nuevo… ¿Piensas que hay que abrir debate sobre estas relaciones, que “no todo vale” en este sentido, que hay un cierto riesgo de que se convierta en “requisito”…?
R.C.: En la denominada música clásica (me refiero siempre a la occidental de cierto período específico) desde siempre se ha buscado una relación de la música con las demás artes, como bien sabemos en el caso de las óperas, los ballets, etc. Pero no había una concepción del hecho auditivo asociado al conceptual-visual del concierto en sí (lo que sí ocurre en músicas de otras culturas, en las que lo gestual, corporal, visual, etc. toma un relieve fundamental). En otras palabras, la puesta en escena en nuestra cultura era como el protocolo de los acontecimientos políticos, es decir, que se predisponía cómo sería ésta de antemano…
En la música actual la puesta en escena no sólo es un elemento primordial, ya que lo visual toma un rol necesario en la mayoría de las ocasiones, sino que además tenemos la posibilidad de introducir nuevos medios –o no tan nuevos, según se mire-, como lo son el audio, el video, etc., que aportan un nuevo concepto del concierto en sí y rompen con lo supuestamente “pre-establecido” (aunque no haya un catálogo escrito de lo que se debe hacer y siempre se haya presupuesto)…
El abrir el concepto de concierto a otro tipo de público, incluso al público ya existente, atraído por las nuevas interrelaciones artísticas supone un handicap para los programadores, ya que sin duda verían enriquecidas sus programaciones. Muchas veces demasiado ligadas a lo tradicional, abrirían las puertas a nuevos oyentes y nuevo público que vendría a corroborar la necesidad de estas propuestas, estoy convencido de ello.
Para finalizar, más que miedo o riesgo a que se convierta en “requisito” creo que es miedo a romper con los hábitos adquiridos por la historia y tradición… que siguen pesando, aunque no lo parezca, demasiado en nuestra cultura, y sobre todo en el arte musical.
Esperemos que nuestras modestas aportaciones e inquietudes en pro del futuro musical den sus frutos y vayamos rompiendo las cadenas que nos atan a un pasado demasiado “pre-establecido” y que no nos deja caminar, a mi parecer, con total libertad…
S.B.: Esperemos… Y en los intervalos de espera, como bien has dicho antes, actuemos…
Referencias
- Web oficial de Trío De Magia
- Web oficial de Ricardo Capellino
- Información sobre Sisco Aparici en NEXEduet
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